7.3.17

¿Capaz o incapaz?




Estoy en un escenario.
Casi todos me miran extrañados. Qué verán en mi, me pregunto. Solo hay una ocasión para causar una primera impresión. 
Antes de comenzar me he puesto una canción concreta que me hace creer en mi misma.
Comienzo mi diálogo, mi baile.
Distintos tonos, más entrecortados al principio, luego consigo la conexión entre nuestros ojos, entre el público y yo.
Me imagino la canción en mi cabeza y continúo el baile, continúa el discurso.
Llega un instante en que parece que todos me presten atención, pero no consigo interpretar sus caras, ¿estaré siendo de utilidad? ¿les estará gustando invertir este momento conmigo?
Elegimos a una persona que nos inspira, tanto popularmente conocida como de nuestro ámbito más personal, esto no es lo relevante. Aparecen profesores, creadores de imperios de empresas, aparece la vertiente más emocional con Pablo Raez, con su lucha y su fortaleza. Yo pienso también en alguien en concreto, de mi día a día, alguien que me ilumina con su luz, alguien que me guardo para mi.
Luego hablamos de liderazgo, de trabajo en equipo. Posteriormente les pregunto qué ocurriría si hubiese una guerra o un cambio sustancial en nuestra realidad tal y como la conocemos. Estos chicos no están acostumbrados a estas cuestiones.
Les hablo de la supervivencia del accidente en los Andes y de cómo su pensamiento en ese instante residía en volver con su familia, no en las trivialidades que podemos considerar importantes a día de hoy: el dinero, los contratos o las cosas materiales.
Tal vez los estudiantes de negocios piensan que esto son estupideces y que nunca nos ocurrirán. Porque eso no es algo que le vaya a suceder a alguien como nosotros. La grandeza de este accidente en concreto, decían que era una historia extraordinaria vivida por personas normales. A cualquiera podría haberle ocurrido.
Parece que no les ha parecido insignificante, cada vez su mirada transmite más presencia e interés. 
La persona que me evalúa cada vez está mas implicada, supongo que es lo más cerca al reconocimiento personal que he estado. 
La canción ha pasado a formar parte de mis movimientos, mis palabras, de los tonos que empleo, no se si les he gustado, pero yo estoy impresionada con lo que siento, he logrado algo que deseaba con fuerza: disfrutar el momento, disfrutar ese momento concreto.
Cuando acaba todo, la melodía se va apagando pero mi percepción de crecimiento es inmensa. 
Tener la sensación de que vas a llegar lejos, que es el principio de una larga trayectoria. ¿será esto la motivación intrínseca de la que hablan los libros? 
Los aplausos me hacen recordar, mirar atrás y pensar: yo no me veía capaz de hacer esto. 
Lo especial es haberlo conseguido desde mi esencia, mi Ser natural. El poder comunicar y haber tenido la soltura para desenvolverme.
Ahí estoy yo, conscientemente desde la tarima observando la vida, y siendo consecuente conmigo misma, de vivir algo tan mío que me veo capaz.

Martina Romá