La crisis del COVID ha truncado numerosos sueños y aspiraciones. Ahí va el mío. Voluntariado consciente en Kenia. ¿Cómo podemos revertir la situación ahora?
Somos tres estudiantes de doctorado en dirección de empresas, trabajamos juntas en un grupo de investigación explorando temas sobre empresa familiar, emprendimiento social y crowdfunding. Además, dos de nosotras somos docentes universitarias en una escuela de negocios, mientras que otra tiene una beca predoctoral en la universidad pública asociada a un proyecto sobre economía social financiado por el ministerio.
En nuestros distintos momentos vitales tenemos un punto común y es aprender de diversas realidades, aportar nuestro conocimiento y experiencia previa y tratar de revertir la situación para mejorar la sociedad. Consideramos que la educación es una herramienta de transformación y queremos hacer uso de ella no solo en nuestro trabajo del día a día, sino también en otras sociedades y contextos, aportando nuestra semilla hacia el cambio y la prosperidad de estas regiones. Creemos que educar en valores e igualdad es sinónimo de crear oportunidades para la sociedad, por lo que ansiamos ser el cambio que queremos ver en el mundo. La ignorancia será siempre el monóxido de carbono que impide ver con claridad, mientras que la educación representa el oxígeno, que dota de libertad, capacidad de decisión y espíritu crítico a los individuos. Haremos todo lo que esté en nuestras manos para que el aire sea lo más puro posible. Para nosotras, el viaje de voluntariado a Kenia implica mucho más que lo que de forma tangible el viaje representa, es un viaje sobre todo hacia nosotras mismas, hacia la búsqueda de un estilo de vida, de unos valores, inquietudes y prioridades. No es un viaje físico, es algo que va mucho más allá de eso: es una forma de ver el mundo. Por ello, nuestro objetivo con este voluntariado es que al igual que nosotras nos nutrimos de conocimiento e intentamos transferirlo a los jóvenes en nuestra actividad docente, queremos transmitir conocimiento a niños y jóvenes de allí. Sabemos que con unos días no basta para cambiar la situación actual, pero sí para ayudar a que centros como los que vosotros apoyáis sigan adelante y sigan aportando valor a la sociedad. Es por ello que, creemos en este viaje solidario, ya que aparte de conocer la amplia realidad, nos disponemos a ayudar a la supervivencia de estas acciones.
Bajo nuestro punto de vista, independientemente de nuestra procedencia, la esencia del ser humano prevalece sobre cuestiones económicas o culturales. Por tanto, nos motiva conocer profundamente, concienciarnos y sensibilizarnos con las diferentes formas de vivir. Ello trae implícito cuestionarnos la realidad experimentada en sociedades occidentales, ya que no es la verdad absoluta. Necesitamos abrir horizontes y tumbar barreras; es muy fácil quedar atrapado en una rutina en la que normalizamos nuestras condiciones personales, y en definitiva, normalizamos nuestra fortuna por haber nacido donde nos ha tocado. Ser consciente de esta normalización es el primer paso para el cambio. Si queremos un mundo más consciente de una realidad global, y no parcial, es necesario empezar por uno mismo.
Para ello tenemos la voluntad de buscar las causas y razones por las que los países evolucionan de una manera u otra. Para ello requeriremos libros, películas y vivencias previas que nos permitan comprender Kenia antes de embarcarnos en esta aventura. Con todo ello en esta carta, además de plasmar nuestros objetivos y motivaciones, nos comprometemos a impregnarnos de conocimiento previo para vivir esta experiencia, sumergiéndonos en la doble vertiente: historia y futuro, dolor y felicidad, emoción y calma, amor y odio, la conmoción del desasosiego, la ayuda al prójimo que revierte en impulso a uno mismo, risa y llanto, enternecimiento y abominación por contribuir a las desigualdades. Nuestra convicción radica en compartir el oxígeno, colmando otros pulmones con el autodesarrollo, la consciencia y el talento que todo ser humano posee.
Martina Romá y sus compañeras vitales