Anoche fue una noche de reflexiones; de darnos cuenta de todo lo que tenemos, de todo lo que nos rodea.
¿Por que nunca valoramos eso?
No nos damos cuenta y que cuando nos falte nos sentiremos muy muy vacíos. Una familia que nos quiere, unas amigas que nos apoyan en todo, la posibilidad de estudiar.
¿Sabeis como se siente una persona que el día que se gradúa no tiene a su lado a sus padres?
¿Sabeis que es sentir que un familiar está enfermo y no poder remediarlo?
¿Sabeis lo que es no sentirse amada?
¿Sabeis lo que es que no te apoyen para estudiar, para conseguir tus objetivos, para llegar a algo en esta vida?
¿Sentir que tu madre o tu padre no te quieren?
¿Sentir envidias?
¿Que sea tu cumpleaños y que no tengas con quien celebrarlo?
Por suerte, ninguna de estas cosas me ocurre a mi, pero esto les pasa a muchas personas. Personas que tienen que ser fuertes, que tienen que hacerse ellos mismos de padre y madre, personas que han de luchar día a día.
Un suspiro por todas las emociones que sentimos, por los sin sentidos que nos rodean, por el talento, por la paciencia, por las metas y deseos. Un suspiro por aquel final donde demostraste que tienes principios. Un suspiro por los buenos amigos, por la suerte de llegar a conocerles. Un suspiro por las noches, por las derrotas y victorias. Un suspiro por los problemas, por lo que se tatúa sin tinta. Un suspiro por los silencios, por las palabras, por las historias. ¿Cuál será el último?