Crea confusión darse cuenta de cómo funciona el mundo en el que vivimos. Conforme crecemos, analizamos nuestro entorno. Y cada día puede ser un nuevo descubrimiento.
Comencé a vivir conscientemente cuando asumí que en lugar de competencia debía predominar la cooperación. Que lo establecido no tiene porque ser permanente, pues hemos de esforzarnos en cambiar las injusticias. Y para saber identificarlas hace falta más que mirar a nuestro alrededor. Viajar. Conocer cómo se vive en otros países.
Por ejemplo, parece que hemos aceptado que encontrar un trabajo es algo muy complicado. Pero no debería ser así. Es algo recíproco. Nosotros vendemos nuestro tiempo para contribuir a crear valor en un producto, un servicio. Pero al fin y al cabo para el disfrute de la sociedad. Algo que deberíamos todos tener en cuenta. Nuestra responsabilidad en la sociedad. Con los grupos minoritarios, con los discapacitados, con los animales, con las personas sin recursos, con el medio ambiente.
Es increíble cómo hemos llegado al punto en el que pasamos por el lado de un indigente con indiferencia.
Esto en otros países no ocurre, no es normal por tanto.
Esta discusión interior comienza con una crítica. Cuán conformistas nos hemos hecho con aquello que se nos impone. No luchamos. Vemos a los luchadores como rebeldes, ilusionistas, que no lograrán nada. Es mejor quedarse en casa viendo como aumentan las tasas o cambian el sistema educativo para que tengamos que pagar más por estudiar. Traducido en otras palabras, que solo puedan estudiar las personas con recursos económicos. Vamos, que si has nacido en el seno de una familia humilde será muy complicado por medio de la inteligencia conseguir un trabajo bien remunerado y ascender en la escala social. Tener más pasta. Más calidad de vida.
Creo firmemente que la raíz de este malestar general es que no hemos aprendido a pensar de manera útil. El pensamiento libre lo llaman. Aquel que nos permite reflexionar sin intervención de lo impuesto. Que son los valores que se transmiten en la escuela, en los medios de comunicación (que algunas veces tienen función de desinformación), en la familia...
Como parte de la solución, lo mejor es salir de la zona de confort para descubrir que la realidad se esconde tras un velo. Y cuando pierdes el miedo, avanzas, y en ese nuevo mundo hay nuevas oportunidades que después de todo aportan sabiduría. Aprendemos a abrir la mente y a comprender el mundo en su totalidad, no solo lo que ocurre en nuestro pueblo o ciudad.
No existe la razón absoluta, hay otras maneras de ver la realidad. Como decía Antoine de Saint-Exupery "El pato es feliz en su sucio charco porque no conoce el mar."
Así que deberíamos tener el valor para aprender a vivir, salir del sucio charco y aprovechar nuestro potencial y emplearlo en proceder a crear el cambio que queremos ver.
Siempre habrán personas obtusas que consideraran un disparate el tomar conciencia de la realidad, no aceptar sin crítica propia todo lo que nos dicen.
Gracias a estas personas sin capacidad de razonar el mundo retrocede todo lo que hemos ido avanzando a lo largo de los siglos.
Así que procura alejarte de aquellos que tengan miedo a descubrir nuevos mundos, nuevas oportunidades, para ellos no existe el progreso.
Un buen día me pregunté qué era ser humanista y mi amigo José Luís Sampedro me contó algunas cosas interesantes sobre la humanidad y el altruismo.
En los últimos tiempos hemos avanzado en tecnología, pero no ha habido avance social. Continuamos matándonos unos a otros, los fanatismos siguen presentes…
El asunto en cuestión deriva en que hay "dos tipos de economistas: los que trabajan para hacer más ricos a los ricos y los que trabajamos para hacer menos pobres a los pobres". Al igual que economistas, hay en todos los campos y materias diferentes personalidades y preferencias.
Pero cierto es que parece que estamos educados para producir y consumir, y no para vivir. Y con vivir nos referimos a disfrutar de las pequeñas cosas. Un tema muy cliché, pero al final si conseguimos desprendernos de lo material nos daremos cuenta de cuán relevante es la naturaleza, la amistad, el amor...
En el ínterin, seguramente las injusticias nunca acaben. Siempre habrá aspectos que podrán mejorarse. Pero hemos de perseverar por seguir adelante. Por no retroceder todo lo que hemos ido avanzando. Por crecer, avanzar como personas. Y no solo en tecnología.
Con JLS me pasó que cuando más le descubría más me gustaba. La visión de una persona que ha vivido tanto, y que tanto enseña. "Porque los fines de la vida no es aumentar en dinero, gasto y en diversión, no es eso. Es ganar en satisfacción personal. En ser más lo que uno es.” Y, ¿qué es lo que somos? Nosotros decidimos en que nos convertimos, en que invertimos nuestro tiempo, nuestro dinero.
Por tanto, podemos comenzar a despertarnos cada día con un objetivo claro en la vida, vivir de acuerdo a nuestros principios y convicciones, libres, ya que no hay nada que dé más dignidad al ser humano que... la libertad que conseguimos por nosotros mismos.
Martina Romá
La vida nació en el mar, lo saben los biólogos y lo adivinaron antes muchos mitos milenarios. También mi propia vida emergió junto a las olas del mediterráneo. A su azul se abrieron mis ojos, y quizá por eso me fascinó siempre la sonrisa de las olas y la fuerza inalterable del océano. La única realidad de este mundo más poderosa que el tiempo, incapaz de envejecerlo.
Todos los méritos para José Luís Sampedro,
perdón el GRAN JLS