21.5.15

Quiéreme si te atreves




Curiosa sensación aquella que te recorre cuando intentas, sin éxito, comportarte de esa manera.
Has logrado el equilibrio entre sensatez e independencia, llegando a creer únicamente en ti.
Te ríes de aquellos pobres desgraciados que confían en otra persona, como si tú hubieses conseguido descifrar el enigma: el amor es para necios.
Algo efímero, que con el paso del tiempo finalizará como todo, inevitablemente.
Las hojas de los almendros caen pasado el invierno, el día se convierte en noche, tu canción favorita termina pasados tres minutos, incluso el libro del que te enamoraste, al leerlo siete veces ha perdido el encanto.
Así que la eternidad no es más que un mito, tras el que nos engañamos a nosotros mismos para no vivir el presente.
Martina se había convertido en alguien tan positivista. Como si la razón prevaleciera sobre todas las cosas.  
Para encontrar lo que buscas, debes saber lo que es. Se repetía con el fin de no errar en los complicados caminos de la vida.
¿Y por que tal suspicacia? Tal vez no poder controlar los sentimientos, las situaciones, le provocaba rechazo hacia aquellos que demostraban su amor en público, o los que contaban lo enamorados que estaban.
Nuestra apreciada Martina se había vuelto tan escéptica en torno al amor... 
Olvidando así que los almendros pierden las hojas, pero otros árboles son de hoja perenne, que consiguen vencer incluso al frío invierno. 
Que la noche más oscura siempre culmina con la llegada del sol, y en toda oscuridad podemos tropezar con la diversión más arrolladora. 
Que luego de nuestra canción favorita podemos descubrir que los latidos de la persona a la que amamos valen más que cualquier sinfonía. Y duran tanto como nosotros perpetuemos.


Si tuviera la oportunidad de decirle algo a esta aprendiz de la vida, tengo claro que sería que: el romance más intenso finaliza porque o las personas cambian, o nunca se conocieron.
Pero ellos dieron un paso al frente, se atrevieron.


¿Y tú?