Dependencia bendita

Un amor que no era amor, si no una obsesión mucho más fuerte. De esas que necesitas en tu día a día, que te encierran. Donde aquello de confianza y respeto no existía y todo se basaba en rutina, monotonía.

Pero he de decir que me gustaba, si. 

Era una vida muy diferente a la de ahora, y, qué coño, la de ahora es mucho mejor. Pero tuve el valor, de cambiar, de no volver atrás.

Odio las personas que no se atreven porque piensan que de ahí no se sale.  Y admito que me gustaba esa droga, que llegaba a extraer placer de esos gritos, de esos enfados… de esa rutina vertiginosa que nos llevo a una relación enfermiza. Ahora lo pienso en frío y me doy cuenta que debería haberme vuelto adicta a otro tipo de drogas, porque seguro que existen muchas mejores,  que te llevan a un sentimiento mucho mas puro y verdadero de lo que lo era aquel. 

Afortunadamente como todo en esta vida nada es eterno, todo acaba, y ese sentimiento acabo, como se acaban los bombones en navidad, o como se consume un simple cigarrillo... no me preguntes muy bien como pero supongo que el amor se fue perdiendo y la decepción se fue apoderando de mi poco a poco.

Entonces llegó ese momento tan esperado, en el que no necesitas nada de lo que te aportaba, el cariño se desvanece, las canciones ya no tienen el mismo significado, tienes mas tiempo, y lo puedes invertir en cosas mucho mas productivas.

Empiezas a conocer a gente, a mucha gente, ves que había mas mundo que el de esa burbuja, y al final llega. Una persona especial, es diferente. Y tienes miedo, de volver a querer, de que toda aquella mierda vuelva.