me mirabas a los ojos en aquel áspero sofá.
Todo era arisco a comparación de tu piel.
Tus manos, subían y bajaban.
Danzaban por la pista de mi cuerpo.
Forzando un despegue hacia puntos turbulentos.
Accionando algo incontrolable.
Entramos en un terreno pantanoso.
Pero las carcajadas se desvanecieron,
como la nieve cuando llega el buen tiempo,
como la ola que choca contra las rocas,
Tu mirada se oscureció.
Me perdiste de tus pensamientos.
Me hiciste ser una mera pasajera.
Y te marchaste.
Para siempre.
El amor no entiende de razones.
Simplemente elegiste.
Sin explicaciones.
Te esfumaste con tus promesas.
Y yo me propuse olvidar cada recuerdo.
Pero ya puede pasar el tiempo,
que yo sigo pensado que no estamos solos,
que vas a volver.
Y mientras tanto te escribo,
para recordar que no hay última vez,
que no estrellamos,
porque las colisiones duelen
y yo no siento nada.