22.4.14

Happiness


Dicen que compartida la vida es más. Y cuánta razón tienen, porque la felicidad llega cuando te das cuenta de que es lo único que se multiplica cuando se divide.


No tengo claro si viene en pequeñas dosis o es un estilo de vida, pero he de decir que no hay mayor felicidad que hacer feliz a alguien. Que la risa se contagia, genera endorfinas, la llamada hormona de la felicidad, hace que el dolor desaparezca y todo se vuelva más agradable.
Y es tan positiva, que cuanto más se da más le queda a uno. ¿Habéis experimentado alguna vez esta sensación?
Ser el motivo por el que alguien no deje de sonreír. Hacer de un día algo mágico o aportar un poco de magia todos los días.
Cantar tu canción favorita como si de la banda sonora de tu vida se tratase, y de acompañante aquella vieja amistad. Una sonrisa repleta de complicidad. Un regalo. El brillo en unos ojos sinceros.
La felicidad es equilibrio, y todo aquel que consiga aportártelo. 
Es una amistad verdadera. Sois todas y cada una de vosotras. 
La rubia, la morena, la pelirroja, la bajita. La que canta, la que escribe, la que me lee. La que no hace nada de eso, pero me da un abrazo y me dice Compta amb mi. La intelectual, la graciosa. La que iba para bellas artes pero se quedo en aeronáutica. La que da los mejores consejos, la que siempre quiere salir. 

Felicidad es tener mis propias estrellas particulares, aportando una pequeña luz, a veces difícil de apreciar, porque no es lo que más brilla, ni sobresale, y sólo algunas personas son afortunadas de encontrar lo que os diferencia. 
Pero si hay algo que se me da bien es encontrar lo que nadie puede ver. 

Felicidad es darse cuenta de que las relaciones son algo como los lazos; a veces cuando los dos extremos se distancian, la unión se rompe. Otras, sin embargo esa unión no se deshace tan fácilmente, por mucho que estiras y se distancian, parece haber un doble nudo, un trasfondo que lo impide a toda costa. Porque Queridas, sois la definición gráfica de una amistad que ni el tiempo ni la distancia lograrán destruir.

Sin lugar a dudas, felicidad es tener la suerte de disfrutaros con pequeñas cosas que ocurren todos los días. Y como dicen, compartiendo la vida es más.

15.4.14

Cristales


 Y ella tan tranquila sin saber lo que venía, tan ingenua e inocente, pensaba que era plenamente feliz cuando ni siquiera era capaz de rozar tal sentimiento.

Entonces llegó  Él, un encuentro entre dos corazones que llegaron a hacerse inseparables. Un choque fortuito entre dos almas en el que ni la razón ni el sentido podían hacer frente, en el que la guía eran los impulsos, y en el que no había manual escrito en la faz de la tierra que pudiera dar consejo u orientación a tal sentimiento.

 Una unión tan fuerte que no se ha creado arma capaz de destruirla; un choque tan desconocido que no fuimos capaces ni de darnos cuenta de lo que sucedía hasta que nos vimos destrozados, como pura chatarra en el desguace o como se rompen los cristales al lanzarlos al vacío.

 Y es que olvidamos que los choques duelen, que queman, que amargan...lo olvidamos justo en el momento en el que nuestro tren ya había salido y no había manera humana de pararlo.







Os dejo también este texto que escribimos las dos para La Tinta Vino 
http://latintavino.blogspot.com.es/2014/04/estrella-invitada-anticiclon.html

7.4.14

Sunrise

La música ensordecedora y aquellas luces les destellaban. 
Con una mano sujetaba una Budweiser y con la otra gesticulaba mientras hablaba con un desconocido.
Les vi salir fuera de aquella estrepitosa discoteca y tras pedirse una hamburguesa sentados en un banco, se dirigieron hacia la playa.

Caminaban por la orilla y reían sin cesar, sin advertir ninguna presencia mas allá de ellos mismos.
La única música que escuchaban era la melodía de las olas y la poca luz dejaba entrever aquella mueca que la delataba, y él se preguntó si alguna vez había visto un paisaje tan increíble como su sonrisa.
Así, observaron como las estrellas dejaban de brillar para dar paso a los rayos que se alzaban en mitad de la noche sobre el mar.  
-Bañémonos.
Ella se deshizo del vestido, y sin pensárselo dos veces se quedo en ropa interior. Él siguió sus pasos y apreciaron aquel espectáculo desde una perspectiva privilegiada. 
Se zambulleron, introduciéndose en el agua salada y fría, que contrastaba con la calidez de su piel.
Él la miró fijamente a los ojos y preguntó dónde se había metido todo este tiempo, y ella solo supo que contestar que en el lugar equivocado.
Se abrazaron con fuerza, Julia se encontraba como pez en el agua, por una vez sentía que podía manter una conversación más allá de los típicos temas. 
Él tenía sus mismos intereses y aquella peculiar manera de ver la vida que jamás pensó encontrar, eso no eran cosas que le pasaban a la buena de Julia. 
Entonces comenzaron a aparecer los primeros surfistas que aprovechaban las mejores olas del día.
-¡Vamos! Sé de un lugar al que podemos ir-dijo ella mientras sacaba unas llaves del bolsillo de su chaqueta-.
No tardaron nada en llegar a aquella casa.
En cuanto subieron, ella encendió la luz y apagó el móvil. Lo había decidido, a partir de ese instante ya no rendía cuentas a nadie, las explicaciones y toda clase de presión desaparecieron con la idea de ser al fin la chica independiente que siempre había deseado ser. 
Supo que era una decisión precipitada, pero la vía de escape que andaba buscando al fin había aparecido, y no pensaba desaprovechar aquella oportunidad.
Del primer beso dicen que era salado, y de una vez por todas no era por lágrimas. 
No sintió pizca alguna de culpabilidad, no se arrepentiría de aquella decisión, y es que ya se sabe, la felicidad es tanto mayor cuando menos la advertimos.

Julia no lo creía, pero la vida te encamina al lugar correcto, en el momento adecuado, y lo cambia todo. Algunos lo llaman destino, otros, simplemente recompensa.